Huevos caseros al alcance de la mano

(De nuestra edición de primavera 2019)

Tres gallinas pueden dar una docena por semana, con bajo costo y mínimos cuidados, aún en zonas urbanas. Una excelente alternativa familiar para una alimentación saludable.

 

Huevos frescos y sanos son uno de los alimentos mejores y más accesibles con los que una persona o familia puede contar, no sólo en ambientes rurales o semiurbanos, sino incluso en la ciudad.

Vamos a compartir nuestra experiencia en la cría de gallinas en casa, para animarlos a tener tres o cuatro ejemplares y así disponer de una docena de huevos sanos y ricos por semana, aprovechar los desechos de cocina y el jardín, tener buen abono para nuestras plantas y disfrutar de criar animales, algo que a muchos, y sobre todo a los chicos, les encanta.

Aún a riesgo de explicar obviedades, hagamos un repaso por sus hábitos y comportamientos; el gallinero; la alimentación, postura, enfermedades y otras informaciones útiles.

 

El huevo

Si bien no está claro si fue primero el huevo o la gallina… comencemos por esa pequeña maravilla, tanto por su estructura casi perfecta, como por su contenido. Primer dato: el huevo es el resultado de la ovulación de la gallina. Nace con todas las células que, a lo largo de su vida, se convertirán en huevos. Las gallinas jóvenes pondrán huevos pequeños y de cáscara débil, aproximadamente desde del sexto mes, y las viejas pondrán cada vez menos y frágiles, al cabo de algunos años. Todos serán similarmente nutritivos y pueden conservarse en lugar fresco y seco, sin necesidad de heladera, hasta un año. La gallina ovula y pone tres o cuatros huevos por semana, sin necesidad de un gallo, siempre y cuando se den condiciones mínimas: raza adecuada –las ponedoras dan más huevos que carne-, buena y variada alimentación, salud y condiciones de vida, y 14 horas de luz por día, ya sea natural o artificial.

La gallina

Antes de detenernos en el ambiente y sus cuidados, hablemos un poco de las gallinas.

Son individuos sorprendentes, contradictorios y muy variados… como nosotros. Las hay sumisas y dominantes, calmas e histéricas, madrazas y desaprensivas. Son muy estrictas en sus jerarquías: siempre habrá alguna que domine sobre otras, al punto de obligarnos a interceder en ocasiones. Y mantienen su rutina siguiendo la luz solar o articial: activas en la claridad, duermen en la oscuridad. Soportan muy bien el frío, en tanto tengan alimento y no se mojen, y el calor, mientras cuenten algo de sombra y agua. Suelen combinar una tremenda curiosidad, a veces temeraria, con un estado de alerta y temor permanente, siempre buscando qué picotear e investigar.

 

El gallinero

Por eso, requieren de determinadas condiciones que les ayuden a tener una vida sana y activa. Y allí nos toca intervenir. Primero, disponiendo de un espacio apropiado. En principio, un mínimo de un metro cuadrado por gallina, si es el doble, mejor. Para tres o cuatro gallinas será bueno contar con un espacio de dos por cuatro metros, dividido en dos sectores: uno es la habitación: resguardo de la lluvia, el sol y el frío, dormitorio y nidos para poner huevos; si es piso de cemento, cubierto con aserrín o viruta. El otro es el patio, para escarbar y distraerse, al aire libre, con piso de tierra, en lo posible con sol, sin elementos extraños y seguro. Podrá estar cercado con tejido romboidal o hexagonal, pallets o tablas, mínimo de un metro medio (menos, lo saltan). Si hay perros que puedan atacarlas –no todos lo hacen-, al menos de 1,80 m y enterrado 30 cm para evitar que escarben por debajo.

En internet pueden encontrarse infinidad de modelos y recomendaciones. Algunos elementos básicos son:

– Perchas: les gusta dormir a un metro del suelo, sobre palos o ramas en los que puedan aferrarse con las patas.

– Ceniza: les encanta revolcarse allí para despiojarse y darse baños de polvo.

– Agua: siempre fresca y limpia, mejor si es una canaleta en la que no puedan entrar, para que no la ensucien.

– Comedero: buscar diseños que permitan sólo picotear, para no desperdiciar ni ensuciarlo.

– Nidos: fundamentales para que pongan huevos y podamos recogerlos diariamente. Basta un cajón de frutas con paja o viruta de hebras como las que se usan para los melones, uno cada cinco gallinas, en un lugar protegido, bajo techo.

Con la estructura armada, conseguimos las gallinas –si son jóvenes, mejor-, y arrancamos.

Para comer, puede dárseles restos de cocina, pastos y hojas tiernas; les encantan todos los bichos y son carnívoras (pelan huesos). También se les pueden dar cáscaras de huevo molidas y preparados fermentados, con el debido asesoramiento. Una buena fuente son los desechos de las verdulerías, aunque suelen tener tóxicos, y se puede recurirr a alimentos balanceados, de mayor costo y proceso industrial. Pero bien se las puede alimentar “produciendo” bichos bolita, lombrices y hormigas en lugares oscuros, húmedos y con materia orgánica.

Un último párrafo sobre el manejo: es fundamental mantener la limpieza, airear y recoger el guano, que es un excelente abono, reemplazar periódicamente la viruta y limpiar los nidos. Mantener siempre agua fresca y limpia, que no les falte comida y que tengan 14 horas de luz por día. Plantas como el orégano, la lavanda y el ajo las mantienen sanas. Si alguna enferma, apartarla y consultar de inmediato a un entendido. Y si muere, enterrarla profundo y lejos, o quemarla.

Un buen consejo es compartir dudas y aciertos en el grupo de facebook: Gallinas felices – Compartiendo y rescatando saberes

En otra oportunidad podremos hablar de los errores más comunes y de la aventura de tener pollitos, que es todo un tema: el gallo, la gallina clueca, la incubación, su cuidado… Hasta la próxima!

Párvat Costa

Chacra La Valentina

Bariloche, Río Negro

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