Defender la alfalfa…

La soja ha forjado en no más de veinte años una manera de entender a las personas, a los insectos, a las plantas no cultivadas, a la tecnología, a los otros cultivos y producciones, a los resultados económicos, a la vida en las comunidades…..es decir, al mundo.

¿Qué relación tiene esto con la alfalfa? Podría decirse que el cultivo de la alfalfa tiene dos puntos claves para su éxito. El primero es la implantación. Lograr un buen número de plantas iniciales depende de cuestiones como la calidad de la semilla utilizada, la maquinaria de siembra, la fecha de siembra, las condiciones de la cama de siembra y las condiciones climáticas. El objetivo aquí es lograr una rápida germinación de la mayoría de las semillas y una emergencia pareja. A la llegada de las primeras heladas debemos tener un cultivo con las primeras hojas desarrolladas y una raíz bien establecida para estar a salvo del frío y en condiciones de competir con malezas.

El segundo punto clave tiene que ver con el mantenimiento de la pastura. Al llegar la primer primavera luego de su implantación, el conjunto de especies que sembramos será acompañada por un gran número de especies no cultivadas. Entre ellas se destaca el cardo, que puede provocar pérdida de plantas por sombreo. Es aquí donde debemos tener lista la desmalezadora haciendo un corte de “limpieza” permitiendo que la luz llegue sin problemas a las especies que más valoremos. A partir de entonces, es el correcto pastoreo lo que –mediante tiempos adecuados de pastoreo y descanso- asegura la persistencia y calidad de nuestros pastos.

Por Cristian Crespo

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