“CREAR DOS, TRES…MUCHAS BIOFÁBRICAS CAMPESINAS”

La consolidación de un sistema productivo que pueda retardar los efectos del colapso ambiental y regenerar el planeta como ecosistema o sistema vivo requiere de múltiples acciones, todas ellas tendientes a elevar la biodiversidad y a generar tantas vinculaciones como sea posible. Cuando esta característica (entendida no sólo desde una perspectiva biológica sino también social, espiritual, política, etc.) se fortalece aparece una propiedad emergente del ecosistema que es la AUTONOMÍA y con ella, la SOBERANÍA.

El actual sistema de consumo y producción nos pone simplemente en el rol de usuarios o consumidores pasivos de alimentos, semillas, fertilizantes, maquinaria, vías de comercialización y conocimiento. Para esto es necesario desvincularnos, disgregarnos, romper lazos históricos y sociales que nos mantenían ligados a la tierra y sus sentires. Desde este rol perdemos la perspectiva sobre las cosas que nos afectan y podemos caer en el error, por ejemplo, de entender que el exorbitante precio de la urea es producto del mal humor de Putin y no el síntoma de un capitalismo en irreversible crisis. Desde el cómodo sillón de la pasividad podemos equivocarnos y creer que las mismas empresas que hasta ayer nos afirmaban la inocuidad del glifosato hoy se preocupan por el planeta con productos biológicos.

El germen revolucionario no está hoy en libros empolvados ni en fusiles en la selva. El germen de la revolución es precisamente la enorme diversidad microorganismos que nos habitan y conectan con nuestros suelos; son ellos quienes tienen la información, la potencia, la memoria histórica y las estrategias para volver a regenerar-nos. Y la principal enseñanza que esa enorme masa de microseres tiene para nosotros es que la autonomía y la soberanía son cuestiones profundamente colectivas. No hay una sóla especie que pueda convertirse en la “estrella de la regeneración”, o son todas o nada…

Cuando nuestras prácticas dentro de la agricultura orgánica (así, en minúsculas) nos conectan con estos saberes es cuando la verdadera re-evolución empieza a operar en nosotros, en quienes nos rodean, en nuestras sociedades.Biofábrica campesina

Por eso, cuando una familia productora de alimentos o una organización decide poner en marcha su biofábrica -rescatando experiencias y materiales locales- estará dando un paso enorme hacia la autonomía y la soberanía en el manejo de la fertilidad. Estará rompiendo con la trampa de la maquinaria industrial que con enorme propaganda, nos empuja a comprar para ser, a usar y tirar para pertenecer, a pagar para crecer.

No existe nada más transformador que el alimento compartido. No hay nada más subversivo que un fermentador burbujeando en cada chacra. No hay nada más revolucionario que la producción de alimentos sin venenos.